Estados Unidos ha sido y sigue siendo un condado de inmigrantes. Su contribución económica ha sido significativa y coherente a lo largo de los siglos. Los inmigrantes trabajan a altas tasas y constituyen más de un tercio de la fuerza laboral en algunas industrias. Su movilidad geográfica ayuda a las economías locales a responder a la escasez de trabajadores, suavizando las crisis que de otro modo podrían debilitar la economía. Todos los trabajadores, independientemente de su país de origen, deben trabajar libres del temor de que se les pague mal o se les coloque en un entorno peligroso.